La oracion conforme al Evangelio

LA ORACIÓN CONFORME AL EVANGELIO.
(Tomado de http://www.radiomundo.org/)

Calidad de la oración.

1) Cuando oréis, no os asemejéis a los hipócritas, que fingen orar, conservándose en pie en las sinagogas o en los rincones de las calles, para ser vistos por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Mas, cuando quisieres orar, entrad en vuestro cuarto y, cerrando la puerta, orad a vuestro Padre en secreto; y vuestro Padre, que ve todo lo que pasa en secreto, os dará la recompensa. No afectéis rezar mucho en vuestras oraciones, como hacen los paganos, juzgando que por la cantidad de palabras serán atendidos. No os tornéis semejantes a ellos, porque vuestro Padre sabe de lo que necesitáis antes de que lo pidáis. (Mateo, cap.VI, 5 a 8.)

2) Cuando os aprestareis para orar, si tuviereis alguna queja contra alguien, perdonadle a fin de que vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone también los pecados. Si no lo perdonares, vuestro Padre que está en los cielos, tampoco perdonará vuestros pecados. (Marcos, cap. XI, 25 y 26).


3) Propuso también esta parábola a los que confiaban en si, como si fueren justos, y despreciaban los otros: Dos hombres subieron al templo para orar; uno era un fariseo, publicano el otro. El fariseo, de pie, oraba íntimamente de esta forma: Mi Dios, te doy gracias por no ser como el resto de los hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros, ni mismo como éste publicano; ayuno dos veces por semana y doy el diezmo de todo lo que poseo. El publicano, por el contrario, conservándose apartado, ni osaba levantar los ojos al cielo, mas se golpeaba el pecho diciendo: Mi Dios, ten piedad de mi, que soy pecador. Yo os declaro que este volvió a su casa justificado, y el otro no; porque aquel que se exalta será humillado y aquel que se humilla será exaltado ( Lucas, cap. XVIII, 9 a 14.)

4) las cualidades de la oración fueron, así, distintamente definidas por Jesús. Cuando quisieres orar, dice El, evita que te vean, ora secretamente, evita orar mucho, pues no es por la multiplicidad de las palabras que serás atendido, sino por la sinceridad de la oración. Si , antes de orar, tuvieres algún resentimiento contra alguien, perdónalo, porque la oración deja de ser agradable a Dios, cuando no parte de un corazón puro de todo sentimiento contrario a la caridad. Ora, al fin con humildad, como el publicano, y no con orgullo, como el fariseo. Examina tus faltas y no tus cualidades, y cuando te compares a los otros, busca lo que hay de mal en ti.


Eficacia de la oración.

Todo cuanto pidieres orando, cree que obtendréis y os será concedido. (Marcos 11:24.)

Hay personas que contestan la eficacia de la oración, fundadas en que, conociendo Dios nuestras necesidades, es superfluo que las expongamos, dicen además que, encadenándose todo el universo por medio de leyes eternas, no pueden nuestros votos alterar los decretos de Dios.
Sin duda alguna, existen leyes naturales e inmutables, que Dios no derogaría conforme al capricho de cada uno; pero de ahí a creer que todas las circunstancias de la vida son sometidas a la fatalidad hay una gran distancia. Si así fuera, el hombre (la humanidad) no sería más que un instrumento pasivo, sin libre arbitrio y sin iniciativa, hipótesis en que sólo le restaría curvar la cabeza bajo el peso de todos los acontecimientos, sin buscar evitarlos, sin procurar desviarles los golpes. Si Dios nos concedió raciocinio e inteligencia, fue para que de ellos nos sirviéramos, así como nos dio la voluntad para querer, la actividad para ser puesta en acción. El hombre, por la libertad que tiene de actuar en otro sentido, es que hace con que sus actos traigan para si y para otros consecuencias de lo que él practicó o dejó de practicar De su iniciativa se originan acontecimientos que escapan forzosamente a la fatalidad y que no por eso destruyen la armonía de las leyes universales, del mismo modo que el adelantamiento o el atraso dl puntero de un reloj no deroga la ley del movimiento a que está sujeto el mecanismo.

Así, Dios puede acceder a ciertos pedidos, sin inmutar las leyes que rigen el conjunto, dependiendo siempre eso del asentimiento de Su Voluntad.

Sería ilógico concluir de esta máxima “Todo cuanto pidas orando, te será concedido”, que baste pedir para obtener; como injusto fuera acusar a la Providencia por no atender todos los pedidos que le son hechos, por cuanto, mejor que nosotros, Ella sabe de qué necesitamos .De esa manera es que procede el padre prudente: negar al hijo lo que sea contrario al interés de éste. Ahora, si el sufrimiento es útil a su futura felicidad, claro está que Dios lo dejará sufrir, como el cirujano que deja que el enfermo sufra una operación que le traerá la cura.

Lo que Dios podrá conceder, si el hombre le suplica con confianza, es el coraje. En la paciencia y en la resignación, igualmente el encuentra medios de escapar a los problemas por el auxilio de las ideas que su ángel le sugiere, dejándole el mérito de la acción. Dios asiste a los que se ayudan a si mismos confirmando esta máxima “Ayúdate que el cielo te ayudará”. No auxilia a los que todo esperan del socorro extraño, sin usar de las propias facultades, sin hacer nada, prefiriendo la mayor parte de las veces, ser socorrido por milagro.

Para finalizar, porque podría continuar mucho tiempo escribiendo quiero referirme a la ORACIÓN INTELIGIBLE.

Si yo no entiendo lo que significan las palabras, seré un bárbaro para aquel a quien hablo y aquel que me habla será un bárbaro. Si oro en una lengua que no entiendo, mi corazón ora, mas mi inteligencia no recoge ningún fruto.
Si apenas con el corazón alabares a Dios, cómo es que uno de aquellos que sólo su propia lengua entienden dirá “amén”, cuando termines vuestra acción de gracias, una vez que el no entiende lo que dices?- No es que vuestra acción no sea buena; ella, sin embargo, no concurrirá para edificación de los otros.( Pablo, 1era. Epístola a los Corintios 14:11, 14, 16 y 17


ANEXO I Aclaratorio de esta última parte.


Lo que le da valor a la Oración es el pensamiento que va unido. Ahora, es imposible que se una el pensamiento a lo que no se comprende, por lo tanto lo que no se comprende no puede tocar el corazón. En la mayoría de las veces, las oraciones hechas en un lenguaje o palabras que aquel que las hace no comprende, no pasan de un agregado de palabras que no dicen nada al Espíritu. Para que la oración toque el alma, es necesario que cada una de las palabras que la componen despierte una idea. Si no entendemos las palabras, ninguna idea despertará. Será la repetición de una fórmula cuya mayor o menor virtud, dependerá del número de veces que sea repetida. Muchos oran por obligación y algunos únicamente en obediencia a una costumbre.

Dios, que lee en los corazones, conoce el pensamiento y la sinceridad de cada uno.

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